Sentía remordimiento y un curioso placer, odiaba cada parte sin tomarlo muy enserio.Pensaba con sus manos en mi corazón y no llegaba a nada.
Me contemple perdida, muy equivocada, satisfecha y delirante. Me partía una y otra vez, como tomando una hoja seca entre tu mano y cerrando esta muy cruelmente.
Se teñía de rojo a morado y de este a blanco, así como esperando ser atacado. Se podía apreciar del otoño al inverno donde nunca llega la primavera. Donde se caen las hojas y nunca crecen, engañosas, y muy hirientes. El verde pasto se volvía café y cualquiera al pisotearlo lo volvía nada, transformándolo en arena que se pierde con el aire.
Y me reí dormida despertando bañada en lágrimas imaginarias.
Una más y cien atrás, el futuro es incierto y el presente entre niebla no deja de herir.