Quisiera transformar todo mi orgullo en amor, acabar con esas telarañas que me ofrecen una falsa protección y permitir darme en la madre tiernamente.

Cuando lo veas, dile que me gusta, así como todas las cosas malas que de mi le has dicho.

Sabes que algo ha cambiado, cuando descubres que lo único que no puede faltar en tu bolso es una libreta para escribir.

Inesperadamente te encuentras en medio de ese tipo de situaciones de donde es imposible escapar, pero tampoco te puedes quedar.

Obtener lo que quieres no siempre es obtener lo que debes.

Ni se imaginan la risa que me da,
andar ahí por el mundo valiendo madre,
cada rato, cada recuerdo, a cada suspiro, con cada tropiezo, por ser tan distraída.

No había querido darme cuenta
pero me asusta lo mucho que disfruto estar solo.



Encontrar el mejor lugar del mundo
y no querer compartirlo con nadie.

Fue solo un instante, luego ahí estaba yo, besando tu frente, tu cuello, tus ojos y tus labios, a salvo entre tus brazos... Después desperté, sólo fue cuestión de pensarlo un poco. 

Pudiendo penetrar en el túnel de la tranquilidad, te dejaste absorber por la complejidad de lo incierto y prohibido. Cuanta novedad.

Era nada y de nadie, todo de nadie. Era de todas y nadie me acariciaba, era olvidado y era rasgado; era escondido cuando quería ser visto y era todo exhibido cuando quería ocultarme.

Me preguntaba siempre a qué se debía, que por más que quisiera que ella fuera diferente, no lo era. Y también supongo que ella se preguntaba lo mismo de mi.

Entonces comprendí que había vuelto al odiado lugar del que una vez me fui y al que creí que jamás volvería, porque al menos así lo quería. 

Intenté de verdad intentarlo pero lo arruiné todo, como siempre.

Miraba la ventana a cada instante, como si así fuera a lograr que apareciera lo que tanto esperaba.

Efímeros besos de luces rojas.

Sin querer se me movió el universo, tardé como dos horas para darme cuenta. La verdad no lo he terminado de comprender por completo, no es tan fácil como muchos decían.

De esas veces que encuentras lo que necesitabas pero no estabas buscando y es en ese instante que comprendes que ya valió madre.

Quién iba a imaginarse que despertaríamos así de viejos, que nuestra imaginación se fundiría con el recuerdo creando una pared de telarañas pegajosas y muy engañosas.

Que nuestros amigos se irían perdiendo y la satisfacción del día la encontraríamos en la sonrisa regalada por desconocidos.

Dicen ternura, yo no sé si sea lástima.