Era nada y de nadie, todo de nadie. Era de todas y nadie me acariciaba, era olvidado y era rasgado; era escondido cuando quería ser visto y era todo exhibido cuando quería ocultarme.
Me preguntaba siempre a qué se debía, que por más que quisiera que ella fuera diferente, no lo era. Y también supongo que ella se preguntaba lo mismo de mi.
Entonces comprendí que había vuelto al odiado lugar del que una vez me fui y al que creí que jamás volvería, porque al menos así lo quería.
Intenté de verdad intentarlo pero lo arruiné todo, como siempre.
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