Es algo increíble, llegué a pensar que el dolor nunca se apartaría, que en ese instante me consumiría; ni si quiera recuerdo de que color era, como olía o si tenía algún sabor, tan sólo me encontraba en un túnel sin salida, en un laberinto en tinieblas donde me topaba con cada muro y me quedaba enterrada por las piedras que se desprendían. El polvo que se introducía en mi pecho era como veneno y quemaba todo por dentro.
Pero ya no duele, ahora se siente como la tranquilidad de un atardecer en llamas, porque a pesar de estar ardiendo no quema.
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