23 jul 2013

Esas nubes me miraban caprichosas,
gritaban desesperadas
como esperando el momento preciso de bañarme con su orgullo.
Yo me oculté ansiosa,
como anhelando escapar de su desprecio. 
Todo fue en vano, 
ni si quiera los brillantes colores del arco iris pudieron salvarme.
Al final yacía mi cuerpo inmóvil en el suelo
empapado con el desprecio de miles de gotas heladas. 



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