9 jul 2013

Sabor a tierra.

Nada me atrapa más que un golpe de realidad arrastrado desde el ayer. Cómo se puede tropezar con la misma piedra, cómo puede estar la piedra en distinto lugar y tiempo pero siempre siendo la misma piedra. Desenredando mis cabellos pude darme cuenta que por más mirar la raíz, no será diferente. No cambiarán esas puntas desteñidas y olvidadas.

Me gusta deslizarme suavemente rumbo a la perdición, disfruto cada detalle de poder perderme a mi misma y es que me encanta al final del día, saber encontrarme. Me sorprenden las notas ausentes que encuentro al final del túnel del olvido, al tomarlas y sentir como me queman las yemas de los dedos con cada letra, se transpira el dolor, la ilusión y el deseo.

Lo más divertido es sentir el cosquilleo al ver llegar las lagrimas hasta la orilla de mis labios, que sin querer esconden una traviesa sonrisa al darme cuenta que la piedra, esa piedra que me ha hecho caer cientos de veces, esa piedra siempre seré yo.


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